domingo, 9 de septiembre de 2012

De Gaulle visto por el Egipto de Nasser


Historia. Más allá del juego de espejos acontecido entre la Francia de De Gaulle y el Egipto de Nasser, el estudio de Hoda Abdel-Nasser, del cual publicamos aquí un extracto, pone el acento en la evolución de la posición imparcial francesa con respecto a Israel, después de la agresión de 1967.





«Empecé a admirar De Gaulle durante la Segunda Guerra Mundial. Recuerdo cuando desfiló en los Campos Elíseos, tras la liberación de París. Durante la guerra, admiré al oficial decidido a continuar la lucha a pesar de todas las dificultades. Del mismo modo, De Gaulle fue valiente en lo que se refiere a Argelia, porque se enfrentó a una situación sin rumbo. Era una cuestión de dignidad. Creo que él fue un hombre de principios, creo que a pesar de las dificultades, la relación con él difirió de las relaciones habituales con los demás políticos. Es un gran privilegio para un hombre poder estar en relación con un hombre de principios».
Tales fueron las palabras de Nasser sobre la impresión que le causó De Gaulle, a través de su historia personal, sus posicionamientos nacionalistas, sus iniciativas y sus acciones políticas.

«Por su inteligencia, voluntad y coraje, excepcionales, el presidente Gamal Abdel Nasser brindó a su país y a todo el mundo árabe un servicio incomparable. En un período de la Historia más duro y más dramático que cualquier otro, no dejó de luchar por la independencia, el honor y la grandeza. Es por eso que nos comprendimos y valoramos profundamente. Pudimos haber sido capaces de restablecer entre la República Árabe Unida y Francia las muy buenas relaciones que reclamaban nuestra amistad secular y nuestra voluntad común de justicia, dignidad y paz ».

Aquí es el General quien expresa su estima por Nasser. Los dos líderes nunca se encontrarían, pero durante su mandato, las relaciones franco-egipcias, por un lado, y las relaciones franco-árabes por otro, conocieron una evolución determinante en un período de tiempo no superior a diez años; en términos de relaciones históricas entre los pueblos, pareció un período corto.

De Gaulle vuelve al poder en 1958 en un momento en que Francia, interiormente rota, inestable, veía como su imagen ante el mundo declinaba, en un momento también en que las relaciones franco-árabes estaban en su nivel más bajo después de la crisis de Suez y debido a la situación en Argelia.

El papel que desempeña la Cuarta República en la agresión de 1956, su alianza con Gran Bretaña e Israel, y el hecho de que Egipto se posicionó con la revolución argelina en contra el colonialismo francés, pesaron mucho en la visión que se dio del Egipto de Nasser, durante varios años. Esa visión no cambió simplemente debido a la llegada de De Gaulle al poder. Las dudas sobre las intenciones del nuevo gobierno francés dirigido por De Gaulle persistieron; y solamente desaparecieron cuando De Gaulle aceptó las reclamaciones de los argelinos y se opera el reconocimiento por parte de Francia de la independencia de Argelia.

Dos factores decisivos

En la realidad de los hechos, es posible señalar dos aspectos evolutivos que contribuyeron a cambiar directamente la visión que el Egipto de Nasser tendría de la Francia de De Gaulle y de las relaciones bilaterales. Estos dos puntos fueron los siguientes:

- El reconocimiento por parte de Francia de la independencia de Argelia en julio de 1962.

- La condena por parte de Francia de la agresión israelí contra Egipto y otros países árabes en junio de 1967, y la aplicación efectiva de las medidas concretas de coerción contra el agresor, que lo obligaron a evacuar los territorios árabes ocupados.

Para el egipcio políticamente consciente, quedó patente que la posición de Francia, en estas dos situaciones históricas, estuvo inspirada por el General De Gaulle, quien cambió radicalmente el rumbo de la política francesa ; las orientaciones, tanto externas como internas, de esta nueva política reposaban principalmente en sus hombros.

Pero, al mismo tiempo, y al margen de los dos puntos mencionados anteriormente, existieron numerosos puntos "atractivos" en la política y la personalidad de De Gaulle que favorecieron la reconciliación entre los dos países y contribuyeron a modificar la imagen del Egipto de Nasser en Francia. El resultado fue que Francia empezó a ocupar un lugar diferente al de otros Estados occidentales, que seguían alimentando su hostilidad hacia Egipto. Bajo el liderazgo de De Gaulle, la imagen de Francia, entre 1962 y 1969, tomó la forma de un Estado guiado por los principios de libertad, justicia y dignidad.

La Francia de De Gaulle apoya el derecho y la justicia

La posición de Francia con respecto a la agresión israelí contra los territorios árabes en junio de 1967 fue el segundo punto en la evolución de las relaciones franco-egipcias ; esta nueva posición contribuyó sustancialmente a dar relevancia al papel de Francia, bajo la dirección de De Gaulle ; le dio una nueva imagen entre los árabes: la imagen de un Estado que, después de haber salido de su alianza tradicional y de su sesgo hacia Israel, apoyaba ahora el derecho y la justicia.

Tras salir convencido de que fue Israel la única parte que se había beneficiado de la alianza entre la Francia de la IV República y el Estado hebreo, y de constatar la pérdida del crédito de Francia entre los países árabes, De Gaulle se dio cuenta de que, a largo plazo, el interés de Francia radicaba en un acercamiento con el mundo árabe.

Condena al agresor

Desde el principio, e incluso antes de que sucediesen las primeras escaramuzas militares, De Gaulle anuncia que Francia no apoyaría a ninguna de las dos partes en el conflicto árabe-israelí y que condenaría al agresor. Pese a las presiones ejercidas por Israel y las organizaciones judías en Francia para que el gobierno francés proveyese de material militar a Israel, pese al apoyo con que contaba Israel entre el estamento militar y en la mayoría de los órganos de prensa franceses, pese a las críticas de las que fue objeto su persona, nunca el presidente francés modificó su posición. Una vez que terminaron las operaciones militares, anunció que Francia rechazaba los hechos consumados por las operaciones militares (israelíes) sobre el terreno.

Carta a Nasser

En la mañana siguiente a la derrota de Egipto frente a Israel, De Gaulle se comprometió personalmente enviando una carta a Abdel Nasser. He aquí el texto:

« La victoria y la derrota en las batallas militares son peripecias transitorias en la historia de las naciones, lo que importa es la voluntad. Como usted recordaba, una mitad de Francia estuvo durante un tiempo bajo ocupación directa de los nazis, y la otra mitad bajo el control de un gobierno colaborador. Pero Francia no perdió su voluntad y siguío durante todo ese tiempo confiada detrás de su líder, quien fue la expresión de su voluntad. El verdadero coraje es hacerle frente a las desgracias; cuando los tiempos son felices, tal valor se vuelve innecesario. La paz en el mundo árabe requiere de usted grandes esfuerzos y soy el primero en estar de acuerdo con usted que, consumados los sucesos, tal como se le presenten en su país ahora mismo, no pueden proporcionar una base adecuada para tal paz».

De Gaulle fue igualmente el primer jefe de estado occidental en condenar la agresión israelí contra los árabes y la ocupación de territorios árabes. Más aún, reforzó la condena con un embargo sobre el suministro de piezas de repuesto Mirage a Israel, cuyos contratos se firmaron antes del ataque, casando así la seriedad con la determinación de su posición.

La retirada como base para el compromiso

De Gaulle apoyó la posición de Egipto y la determinación de este país de considerar que la solución a la crisis en Oriente Medio no podía hacerse sino sobre la base de una retirada total de Israel. Condenó la política expansionista de Israel, expresando así una penetrante visión historica acerca del conflicto árabo-israelí en el Oriente Medio, a raíz del establecimiento en Palestina de un Estado Judío instalado tras la Segunda Guerra Mundial, entre territorios árabes potencialmente hostiles. Aunque Francia había aprobado la creación de un Estado para los judíos, en una tierra que las grandes potencias les habían entregado con la esperanza de que viviesen en paz con sus vecinos árabes, De Gaulle declaró que después de la expedición de Suez en 1956, Israel se había convertido en un Estado beligerante, que había decidido expandirse, que estaba trabajando para duplicar su población a través de la inmigración, y que había abandonado la idea de que la tierra obtenida no sería suficiente a largo plazo y, como consecuencia, se llevaría a cabo una ampliación y se aprovecharían todas las oportunidades ofrecidas para lograr este objetivo.

De Gaulle presentaría entonces una nueva política francesa para que resolver el conflicto árabe-israelí basada en:

« ... La evacuación de los territorios que fueron tomados por la fuerza, el final de cualquier beligerancia y el reconocimiento mútuo de cada uno de los Estados interesados. Posteriormente, mediante resoluciones de las Naciones Unidas, en presencia y bajo la garantía de sus fuerzas, probablemente sería posible detener el trazado de fronteras, asegurar las condiciones de vida y la seguridad en ambos lados, el destino de los refugiados, de las minorías y de los términos de libre navegación para todo el mundo, notablemente en el Golfo de Aqaba y en el Canal de Suez. Siguiendo a Francia, en esta tesitura, Jerusalén debería recibir un estatus internacional ».

La decisión de De Gaulle de poner un embargo sobre el conjunto de armas y repuestos a Israel en enero de 1969, tras la agresión de Israel con aviones de fabricación francesa contra el aeropuerto de Beirut, que causaron destrucción de instalaciones civiles, operación que indicaba una intención deliberada de seguir un vía belicosa que Francia no podía continuar refrendando con entregas de armas, fue un nuevo paso en su afirmación de la necesidad de retirarse de los territorios árabes ocupados.

«La posición de Francia, dirigida por el gran patriota Charles de Gaulle, que es una de las figuras definitorias de nuestro tiempo, ha evolucionado de forma significativa a favor de la justicia y de la paz, lo que se tradujo concretamente en un embargo total de las exportaciones de armas a Israel».

Nadie ignora tampoco que la campaña que Israel y las organizaciones sionistas lanzaron contra De Gaulle, campaña que llegó a solicitar un boicot judío mundial contra Francia, acrecentó las simpatías del Egipto de Nasser hacia Francia en una crisis que afectaba, en esa ocasión, al franco francés.

El general De Gaulle fue inspirador del cambio acaecido en la política francesa con respecto a Egipto y, más generalmente, con respecto a los árabes. Fue el factor decisivo en el cambio de imagen francesa en el Egipto nasserista. Fue un mérito acreditado de De Gaulle el acontecer de este cambio radical, y las palabras de Nasser tras la dimisión de De Gaulle en 1969 son probablemente la mejor prueba de esta evolución:

«El general De Gaulle comprende nuestra causa y está decidido a oponerse a la agresión, está decidido a ponerse en el lado de los principios, decidido a obligar al agresor a retirarse de todos los territorios ocupados. Esto representa para nosotros una conquista y estamos confiados en que la política de Francia hacia los árabes continuará en esta senda. Antiguamente, el pueblo francés hubo levantado sus nobles principios y cuando, de hecho, De Gaulle adoptó esta posición, nosotros lo recibimos como la puesta en obra, prácticamente, de los principios a los que aspiró la Revolución Francesa ... ».

Traducido de Al-Ahram


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